Graciela Montiel, voluntaria AROVIA del periodo 2015, enfermera de profesión, casada y con un hijo, tomó la decisión de formar parte del desafío en el primer piloto de voluntariado profesional desde el Estado.
Desde Encarnación, su ciudad natal, dejó a su familia y amigos para trasladarse hasta el asentamiento 21 de Setiembre del distrito de Minga Guazú, del departamento de Alto Paraná. Era la comunidad que esperaba por ella.
Su deseo de realizar algo para cambiar de alguna manera la vida de familias que viven en situación de vulnerabilidad, así como un cambio significativo en su vida, la encontró con el programa AROVIA.
Desarrollando su tarea cotidiana acompañando a las familias, descubrió sus potencialidades a través de una comunidad que le permitió organizar y coordinar acciones en conjunto y conviviendo a diario con sus realidades.
Como lo más relevante señaló que fue el haber ayudado a que emerjan líderes locales que hoy en día ya tomaron la posta dentro de la comunidad para llevar procesos de gestión articuladas que beneficien a las mismas. También pudo gestionar el rubro para un médico permanente para la Atención Primaria a la Salud (APS), ampliación de la lista de beneficiarios/ as de Senavitat y de Tekopora, al igual que la de adultos mayores, entre otros logros.
La experiencia de poder sortear obstáculos para acercar los servicios básicos, de no rendirse, de planear estrategias con soporte técnico y un equipo humano desde el programa que acompañaba estas acciones, incentivar a las personas, generar las condiciones para que las ofertas lleguen hasta ellas, hoy son la esencia de que exista una Graciela que nos dice, “mi vida nunca volverá a ser la misma, no hay mayor felicidad que hacer algo por los demás, allí es donde te das cuenta que a medida que uno da, es cuando más recibe”.
“Esta experiencia fue enriquecedora a nivel profesional y personal, me ayudó a tener hoy un lugar en una organización como la Unicef, esa experiencia sumó muchísimo y lo aplico día a día”, significó acerca del trabajo que realiza en la actualidad.
Finalmente, Graciela expresó con orgullo que la experiencia “me anima a seguir apostando por mi país, con AROVIA veo a un Paraguay nuevo, veo a nuestros jóvenes construyendo un mejor país, siendo ellos mismos los motores que generen el cambio”.