En los últimos años muchas mujeres rurales van demostrando que con tenacidad y sacrificio pueden conquistar espacios que antes eran de exclusividad para hombres. “En la actualidad en el campo el rol de la mujer se ve de manera invertida, muchas jóvenes migran en pequeñas ciudades para trabajar y estudiar, siendo protagonistas para un nuevo paradigma” refirió Mercedes Figueredo, coordinadora territorial de San Pedro y Caaguazú, del programa nacional de voluntariado profesional y servicio cívico AROVIA sobre el rol de la mujer en el campo.
El paradigma de que la mujer es de la casa y que por ese preconcepto muchas no podían ni estudiar, especialmente en el ámbito rural, va cambiando mucho hoy en día. Mujeres jefas de hogar, que además de trabajar el suelo, se organizan y coordinan actividades para la generación de ingresos para sus familias.
Desde el programa AROVIA promovemos e implementamos una mirada que busca la transformación social con un enfoque promocional y participativo de los pobladores, incorporamos abordajes sobre la multidimensionalidad de la pobreza que incluye la participación ciudadana como elemento y eje fundamental para la resolución de los problemas comunitarios.
“Con la designación de voluntarios en comunidades vulnerables se ha generado un proceso de trabajo con especial énfasis en espacios que promueven la reflexión en niños, niñas y jóvenes sobre el rol de la mujer y la necesidad de trabajar en modelos de emancipación e igualdad de oportunidades”, mencionó Camila Céspedes, coordinadora en el área Central y Capital.
Algo similar sucede en comunidades del departamento de Canindeyú, donde el programa ha propiciado espacios de participación para las mismas, y en donde muy a pesar de los prejuicios fueron conquistando importantes avances.
Sobre el punto, Nadir Leiva coordinadora de la zona, comentó que “a través del programa se pudo identificar las potencialidades de los pobladores, y en especial cuidado en las labores llevadas adelante por las mujeres, siempre fueron invisibilizadas por la mayoría”.
Mencionó igualmente que la promoción de espacios para el ocio, recreación han permitido que las participantes pudieron auto valorarse más, un hecho que ha significado mucho para la recuperación de la propia dignidad.
Leticia Cáceres, responsable de tres distritos de Alto Paraná, acotó, “las mujeres que ya ganaron espacios van contagiando a sus pares, demostrándoles que si se puede, siendo muchas de ellas líderes de sus comunidades”.
En el marco de las intervenciones sociales del programa en los diversos territorios, AROVIA ha podido generar espacios de participación ciudadana y capacitación con grupo de mujeres organizadas en comités o comisiones con otros actores para desarrollos comunitarios.
“Las acciones impulsadas en las diversas comunidades han permitido identificar a muchas mujeres comprometidas y proactivas, quienes a través de los procesos generados por el programa han conquistado importantes logros en sus comunidades y sus propias familias”, destacó Bart Willems, coordinador general del programa.
Señaló igualmente que “la mayoría son mujeres en el equipo y el compromiso social de las mismas es muy alto en el abordaje de trabajo”.
AROVIA es la primera experiencia nacional de voluntariado impulsada desde el Gobierno Nacional que instala a profesionales voluntarios en territorios vulnerables para trabajar procesos de transformación socio-cultural comunitario, en el marco del Plan Nacional de Reducción de Pobreza, Sembrando Oportunidades.