Según el Informe Multidimensional Paraguay, Vol. 3, presentado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la informalidad laboral presenta retos múltiples en relación tanto al desarrollo productivo y a la distribución de la riqueza en nuestro país.
Ello, en primer lugar, ayuda a sostener segmentos menos productivos y a limitar el potencial de sectores sometidos a la competencia de productores informales o de importaciones no reguladas; en segundo lugar, sostiene una economía dual, ofreciendo oportunidades limitadas a gran parte de la población; por último, limita el potencial de recaudación fiscal y para-fiscal, limitando la capacidad del estado, especialmente en materia de protección social.
En el informe, se indica que el satisfactorio crecimiento de Paraguay ha traído consigo mejoras en los ingresos, pero la desigualdad aún es sustancial. Así como, el reciente período de crecimiento económico ha contribuido a elevar el nivel de vida de muchos paraguayos, la estabilización macroeconómica también ayudó a contener la pobreza, en concreto al limitar la inflación de los precios de los alimentos.
A diferencia de lo acontecido con la pobreza, la desigualdad continúa siendo alta en Paraguay y preocupa mucho a los ciudadanos. Resalta además, que la dimensión territorial es un factor que contribuye de forma importante a la desigualdad y que los niveles de privación monetaria y no monetaria son mayores en las áreas rurales, en términos de pobreza de ingresos, pero también de acceso a agua y saneamiento y seguros de salud.
Se menciona además, que el sistema de redistribución fiscal tiene una incidencia reducida en la desigualdad de ingresos. En cuanto a los programas sociales, como el programa de transferencias monterías condicionadas Tekoporã y la pensión social Adulto Mayor están teniendo efectos visibles en la pobreza monetaria a pesar de tener una dimensión aún insuficiente.
Por lo tanto, el progreso en áreas de cobertura sanitaria y de desarrollo de vivienda ha sido notable, pero la fragmentación del sistema de protección social limita su efectividad.
Calidad del empleo, un reto
En cuanto a los resultados de empleo, son cuantitativamente buenos, pero la calidad del empleo y la informalidad son retos importantes. La creación neta de empleo a medio plazo ha sido satisfactoria, compensando con creces el rápido crecimiento de la población en edad de trabajar. Como resultado a ello, el desempleo es bajo y la tasa de participación en la fuerza de trabajo sigue estabilizada en niveles comparables a los de los países de referencia.
La distribución sectorial del empleo apunta a un dinámico proceso de transformación estructural, con un descenso del porcentaje de empleo agrícola de diez puntos porcentuales en favor de los servicios y la construcción.
Asimismo, indica que la mencionada transformación se ha reflejado en un aumento constante del trabajo asalariado en los sectores público y privado, a pesar de estos cambios, la calidad del empleo aún supone un problema para muchos trabajadores, con casi la mitad de los trabajadores ganando menos que el salario mínimo.
La informalidad se plantea un reto al privar de un régimen de protección social adecuado (pensión y seguro de salud) a los trabajadores independientes. Refiere que el empleo informal se ha reducido de media un punto porcentual al año en el último quinquenio, un ritmo relativamente lento dados el proceso de transformación estructural en curso y el predominio de la informalidad. Si bien la legislación sobre protección del empleo no es particularmente estricta, los elevados salarios mínimos (comparados con los de mercado) y las normas de cotización a la seguridad social hacen gravosa la formalización para los trabajadores.
Educación con ganancias en cobertura
En el Informe Multidimensional Paraguay, Vol. 3, también menciona que los resultados de educación reflejan ganancias en cobertura, pero que quedan retos pendientes tanto en primera infancia como en educación secundaria y en calidad de resultados educativos. Paraguay se sitúa, con un promedio de años de escolarización de 8.7, entre los países peor posicionados de los de referencia.
Los niveles educativos de las cohortes educadas desde 1990 son significativamente más altos. Aunque las limitaciones en la capacidad estadística dificultan analizar el acceso a la educación, los datos de encuestas indican que, gracias en parte a reformas educativas anteriores que ampliaron la cobertura, el acceso es ahora casi universal en educación primaria y secundaria baja, salvo en las regiones indígenas.
Las brechas en el acceso a la escuela aún son importantes en educación pre-primaria y secundaria alta; y, en ambos casos, las diferencias entre las áreas rurales y urbanas siguen siendo significativas.
Se indica además que, en los últimos años el progreso en educación secundaria y sobre todo en educación terciaria ha sido notable, donde el acceso ha aumentado rápidamente; no obstante, las tasas brutas de matrícula, del 35%, siguen siendo bajas comparadas con las que registran los países de referencia.
Sistema de salud fragmentado
En cuanto al sistema de salud también está fragmentado en sus vertientes financiera y de prestación de los servicios. Los elevados gastos de bolsillo dificultan el uso efectivo de los servicios de salud y refuerzan las desigualdades en el estado de salud.
Por su parte, los programas de asistencia social y apoyo al ingreso están fragmentados, con objetivos que se solapan y diferencias en los métodos de identificación de los beneficiarios. Puesto que el impacto de las transferencias en la pobreza monetaria es relativamente pequeño, pero existe margen para mejorar la eficacia mediante una acción institucionalmente coordinada. Finalmente aseguran que para tener éxito ante la informalidad es indispensable coordinar el diseño del programa que la aborde, así como su aplicación y ejecución.